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Decisiones que Salvan: Pensar Primero, Volar Después


1. Introducción

En la mayoría de los incidentes y accidentes aéreos, el factor determinante es la intervención humana, especialmente las decisiones del piloto.

Cada operación aérea, sin importar su complejidad, exige que el piloto tome decisiones. Algunas serán claras y excluyentes —como optar por iniciar o no un vuelo— mientras que otras implicarán interpretar información disponible y elegir el mejor curso de acción. Ambas situaciones están sujetas a múltiples factores que pueden comprometer la objetividad del juicio.


Lo más relevante no es solo decidir correctamente, sino reconocer a tiempo cuándo es necesario decidir. La conciencia situacional —es decir, entender en todo momento lo que ocurre dentro y fuera de la aeronave— es una competencia clave para cualquier piloto. Detectar señales tempranas que indiquen la necesidad de actuar puede marcar la diferencia entre mantener el control de la operación o entrar en una cadena de errores que termine en un incidente.


En Master On, formamos pilotos no solo para volar, sino para pensar con criterio, analizar escenarios con claridad y responder con responsabilidad. La toma de decisiones no es una habilidad secundaria: es el núcleo de una operación aérea segura.



2. Salir o no salir

Una de las decisiones más críticas en aviación es determinar si el vuelo debe iniciarse o continuar bajo ciertas condiciones. Esta evaluación —aparentemente sencilla— ha sido el punto de partida de muchos accidentes evitables.


a) Condiciones meteorológicas

Iniciar o continuar un vuelo en condiciones meteorológicas desfavorables es un factor común en incidentes graves. Más del 80 % de los accidentes tipo CFIT (vuelo controlado contra el terreno) ocurren cuando los pilotos persisten en volar pese al deterioro del tiempo, o subestiman los riesgos del entorno. En casos de pérdida de control en vuelo por condiciones IMC (meteorológicas instrumentales), la mayoría de los pilotos implicados no contaban con habilitación instrumental.

Los aterrizajes en condiciones adversas —vientos fuertes, rachas cruzadas, pistas mojadas— rara vez son fatales, pero suelen terminar con aeronaves dañadas o personas lesionadas. La meteorología no es estática: cambia, a veces de forma brusca y contraria a lo previsto. Tener rutas de escape claras y monitorear constantemente el entorno —pasado, presente y futuro— es esencial.


b) La decisión de regresar

Decidir volver atrás o frustrar una aproximación no es señal de debilidad, sino de buen juicio. Todo piloto debe estar dispuesto a repetir una aproximación, dirigirse a un alternativo o cancelar el vuelo si las condiciones cambian. Esto implica una planificación seria: llevar combustible extra, tener medios para quedarse en tierra (dinero, teléfono, licencia de conducir), y establecer de antemano una altitud mínima de vuelo visual.

Las cartas de navegación indican la altitud máxima de elevación (MEF) por área. A partir de ahí, el piloto debe sumar un margen de seguridad personal. Descender por debajo de esta altitud ante condiciones adversas no es una opción aceptable. Si las previsiones apuntan a nubes por debajo de ese nivel, debe replantearse el vuelo.


c) Cadena de errores

Los accidentes raramente se deben a un único fallo. Normalmente son el resultado de una serie de malas decisiones: iniciar una aproximación rápida, volar en meteorología marginal, continuar pese a la pérdida de visibilidad. Muchas veces el origen es una mala planificación que deja al piloto sin alternativas reales ni margen operativo.


d) Experiencia mal entendida

Pilotos experimentados a veces confían demasiado en sus habilidades, creyendo que pueden manejar situaciones de baja visibilidad o condiciones límite. El hecho de haberlo logrado antes no significa que sea seguro ni replicable. La confianza sin evaluación de riesgos no es competencia: es temeridad.


e) Imitar a otros

El hecho de que otros pilotos vuelen en condiciones marginales no los convierte en referencia. Pueden tener mejores equipos, entrenamiento o simplemente estar dispuestos a asumir más riesgo. Su éxito no garantiza que tú puedas replicarlo sin consecuencias. Cada piloto debe volar dentro de sus propios límites.


f) Buen juicio

Se espera que los pilotos certificados sean capaces de tomar decisiones responsables considerando su experiencia, el estado físico y mental, la aeronave y las condiciones. Pero no se puede ignorar el impacto de los factores humanos. El exceso de confianza, la presión externa o la influencia de otros pueden distorsionar el juicio. Reconocer estos riesgos es clave para evitarlos.


g) Presión social o promesas

Nunca prometas llegar a un lugar a una hora determinada si dependes de un vuelo. Si el compromiso es importante, ten un plan alternativo en tierra. No comprometas tu seguridad por cumplir expectativas sociales. Invita a otros a volar solo cuando estés seguro de que todo —tú, el avión y el tiempo— está en condiciones.


h) Influencia de colegas

La presión del grupo es real. Otros pueden minimizar el riesgo o hacer comentarios que te lleven a dudar de tus decisiones. No importa lo que otros piensen: tu responsabilidad es con la seguridad del vuelo y de tus pasajeros, no con impresionar a nadie.


i) Volar para impresionar

Una proporción alarmante de accidentes a baja altura y en maniobras acrobáticas ocurre ante público —amigos, familiares o incluso pasajeros. La necesidad de lucirse ha costado vidas. Ningún momento espectacular justifica un riesgo innecesario.


j) Decisiones en grupo

Las decisiones tomadas en grupo suelen ser más arriesgadas que las individuales. En aviación, el consenso tácito de “vamos” sin objeciones explícitas puede llevar a asumir riesgos que nadie se animó a cuestionar. El silencio no siempre es señal de acuerdo, a veces es falta de valor para decir “no”.


k) Conclusión

Todos estos riesgos se pueden reducir si se analizan antes del vuelo. Una buena planificación minimiza sorpresas, y estar preparado permite responder con eficacia cuando surgen imprevistos. Volar bien es tomar decisiones inteligentes antes de necesitar tomarlas.



3. Riesgos según el perfil del piloto

No todos los pilotos enfrentan los mismos riesgos. Factores como la edad, la experiencia total y la frecuencia reciente de vuelo influyen directamente en la probabilidad y tipo de incidentes. Entender estos patrones ayuda a identificar puntos ciegos y a ajustar conductas.


a) Edad del piloto

Estudios sobre accidentes, incluyendo datos del Reino Unido, muestran diferencias claras entre pilotos jóvenes y mayores. Los pilotos más jóvenes tienden a evitar accidentes por entrada en pérdida, pero son más propensos a incidentes derivados de un mal juicio o de falta de pericia, especialmente durante maniobras acrobáticas o vuelos a baja altura, muchas veces frente a espectadores.

En cambio, los accidentes tipo CFIT (vuelo controlado contra el terreno) son más comunes en pilotos de mayor edad. Estos suelen involucrar incursión en condiciones meteorológicas adversas y descensos por debajo de la altitud mínima visual. También hay una tendencia en este grupo a intentar aterrizajes inadecuados tras aproximaciones mal ejecutadas.


b) Nivel de experiencia acumulada

La experiencia total de vuelo no siempre equivale a menor riesgo. Pilotos con muchas horas de vuelo figuran frecuentemente en accidentes mortales relacionados con vuelo bajo, maniobras arriesgadas o CFIT. A menudo, esta confianza acumulada los lleva a ignorar recomendaciones básicas de seguridad, creyendo que su experiencia compensa los riesgos. Pero todos los pilotos de esos reportes pensaron lo mismo: “Esto no me va a pasar a mí”.

Curiosamente, los pilotos con menos de 200 horas registran menos incidentes que aquellos con entre 200 y 500 horas. Este grupo intermedio suele asumir vuelos más exigentes por primera vez, sin contar aún con el criterio o margen necesarios para gestionar situaciones complejas.


c) Recencia operativa

Haber realizado una maniobra con éxito semanas atrás no garantiza que puedas repetirla hoy con la misma seguridad. Las habilidades aeronáuticas son perecederas si no se practican con frecuencia. La experiencia reciente es un componente clave de la competencia operativa.

Volar de forma esporádica aumenta el riesgo, incluso en pilotos experimentados. La solución es clara: usar cada vuelo como oportunidad de entrenamiento, aprovechar las revisiones de competencia, y buscar formación adicional tras largos periodos sin volar o cuando se enfrenten tareas poco familiares. Si vas a realizar algo que no has hecho recientemente, compénsalo con preparación exhaustiva y márgenes de seguridad más amplios.


4. Solo soy humano

Los pilotos son profesionales entrenados, pero siguen siendo humanos. El error humano forma parte de la operación aérea, y asumirlo es clave para mitigar sus consecuencias.


a) El piloto no es infalible

Tener licencia, experiencia y entrenamiento no garantiza que un piloto actuará siempre correctamente. Todos podemos tener un mal día, cometer errores, malinterpretar datos o simplemente no estar al 100 %. Igual que se acepta que una pieza mecánica puede fallar, debemos aceptar que el rendimiento humano también tiene un margen de fallo. Negarlo es peligroso.


b) Tipos de errores humanos

Existen dos categorías principales:

  • Errores por descuido u omisión: introducción incorrecta de datos, no percibir un cambio en los instrumentos, omitir pasos.

  • Errores de juicio: decisiones bien ejecutadas pero basadas en suposiciones erróneas o planes equivocados.

El entrenamiento puede reducir estos errores, pero no los elimina. La clave está en detectarlos a tiempo, corregirlos y aprender de ellos. Nadie está libre de fallos, y los más peligrosos son aquellos que creen que nunca se equivocan.


c) Percepción selectiva

Las ilusiones ópticas y cognitivas pueden afectar seriamente el juicio. Un piloto puede creer estar en una altitud o posición geográfica determinada, y su mente empezará a interpretar todos los datos para confirmar esa creencia, ignorando señales contrarias.

Esta “visión selectiva” es una debilidad humana común, incluso en personas con alta formación técnica. Por eso es fundamental verificar constantemente con datos objetivos: leer correctamente las cartas, confirmar con instrumentos, escuchar con atención al ATC y contrastar lo que creemos con lo que realmente está ocurriendo.


d) No sobreestimar tus capacidades

En investigaciones realizadas, más de la mitad de los pilotos no cancelaron sus vuelos hasta que las condiciones eran claramente inseguras. La sobreconfianza retrasa la toma de decisiones críticas. Asume que puedes estar sobrevalorando tus habilidades y actúa con un margen de seguridad mayor.


e) Pérdida de concentración

En vuelos largos o monótonos, la mente tiende a desconectarse. Si no hay suficiente estimulación, puedes perder conciencia situacional y no darte cuenta de que debes actuar hasta que es demasiado tarde. Muchos accidentes ocurren por no tomar decisiones a tiempo, no por tomarlas mal.


f) Estrés

El estrés puede tener un doble efecto: activa, pero también bloquea. En exceso, distorsiona el pensamiento, enfoca la atención en un solo problema y descuida lo demás. Ya sea causado por el vuelo o por temas personales, el estrés afecta directamente la calidad del juicio.

Antes de volar, evalúa tu estado emocional. Si ya estás estresado antes de despegar, considera cancelar el vuelo. Durante el vuelo, prioriza siempre la seguridad de la aeronave por encima de cualquier otra tarea secundaria.


g) Reacción impulsiva

El cerebro tiende a asociar una acción con su resultado inmediato. Por ejemplo, si bajas los flaps y notas vibraciones, tu instinto podría ser levantarlos de nuevo. Pero esa reacción podría agravar la situación si lo que ocurre es una entrada en pérdida.

Lo mismo ocurre con un disyuntor que salta: reactivarlo sin pensar puede causar daños. Su función es proteger. Piénsalo dos veces antes de reaccionar por impulso.


h) Trabajo en equipo

Cuando algo sale mal, usa todos los recursos disponibles. Ten las frecuencias clave a mano, prepara tus instrumentos antes del vuelo y no dudes en pedir ayuda. Involucra a tus pasajeros si es necesario (como buscar referencias visuales), y aprovecha el apoyo del control de tráfico aéreo. No estás solo en la cabina, ni en el espacio aéreo.



5. Solo es una máquina

La tecnología es una herramienta valiosa, pero no infalible. Los equipos, como las personas, también fallan. Comprender sus límites y operar con criterio técnico es esencial para una aviación segura.


a) Tecnología e instrumentos

Los instrumentos pueden dar información errónea o dejar de funcionar. La clave está en saber qué deberían mostrar y contrastarlo siempre con otra fuente, idealmente con referencias visuales externas.

El ojo humano reacciona más rápido a movimientos o cambios bruscos, por lo que es fácil pasar por alto errores sutiles o condiciones que empeoran lentamente. Revisa todos los instrumentos de forma regular, aunque aparentemente estén estables. Un indicador de combustible que no baja puede no alertarte, pero eso no significa que el nivel no esté cayendo. No asumas que una falla se hará evidente por sí sola.


b) Sistemas eléctricos y electrónicos

Muchos aviones modernos dependen de componentes electrónicos, desde instrumentos de vuelo hasta controles del motor. Conoce cómo funciona tu sistema eléctrico y qué hacer en caso de fallo del generador. Lo más probable es que el procedimiento exija un aterrizaje inmediato.

Si un disyuntor (breaker) salta o un fusible se funde, está cumpliendo su función de protección. Si el componente es de bajo consumo, puedes intentar reactivarlo una vez, pero solo después de haberlo dejado enfriar. Nunca ignores la causa del disparo ni lo fuerces.


c) Navegación por GPS

El GPS es útil si sabes cómo configurarlo, interpretarlo y complementar su información con una planificación adecuada. No debe ser nunca tu única fuente de navegación.

Recomendaciones básicas para su uso:

  • No dependas del GPS para operar en condiciones que normalmente evitarías.

  • No lo utilices como único medio de navegación.

  • No dejes que te absorba al punto de ignorar el entorno.

  • Nunca intentes un aterrizaje en condiciones de baja visibilidad guiado solo por GPS.

  • Cuestiona siempre los datos que muestra: puede fallar y lo hará.

En resumen, la máquina está para ayudarte, no para sustituir tu criterio. Un piloto preparado no solo sabe volar, sino que sabe qué hacer cuando los sistemas dejan de responder.



6. Cómo ocurren los accidentes

Los accidentes rara vez son producto de una sola causa. Suelen ser el resultado de decisiones acumuladas, omisiones, o la falta de preparación para responder ante lo inesperado. Entender los patrones más comunes es clave para prevenir.


a) Vuelo controlado contra el terreno (CFIT)

En muchos accidentes CFIT, la aeronave estaba en buen estado y el piloto era experimentado, habitualmente mayor de 50 años. Más de un tercio de estos accidentes ocurrieron en zonas conocidas por el piloto, no necesariamente en terreno montañoso.

El error más común: reaccionar mal ante el deterioro del clima. Muchos descendieron por debajo de su altitud mínima VFR, intentando esquivar el mal tiempo o confirmar su ubicación visualmente. Otros errores incluyeron navegación incorrecta y falta de visibilidad, todo agravado por la creencia de que “todo está bajo control”.


b) Pérdida de control en condiciones VMC

Pilotos que operaban en condiciones meteorológicas visuales (VMC) sufrieron pérdida de control tras distracciones, fallos técnicos menores o situaciones inesperadas. Muchos de estos eventos ocurrieron cuando el piloto enfrentaba una situación desconocida y no supo cómo reaccionar.

El entrenamiento y la práctica mental de escenarios de emergencia ayudan a generar respuestas automáticas cuando el tiempo para pensar es mínimo. Si el vuelo planeado ya exige tu concentración total, no tendrás margen para enfrentar imprevistos.


c) Vuelo bajo y maniobras acrobáticas

Pilotos jóvenes y con cierta experiencia tienden a correr riesgos innecesarios al realizar vuelos bajos o acrobacias, muchas veces para impresionar a otros. El problema no es la maniobra en sí, sino la falta de altura para corregir errores. Sin ese margen, cualquier fallo puede ser fatal.


d) Pérdida de control en IMC

La mayoría de los pilotos que murieron tras perder el control en condiciones instrumentales no tenían habilitación para volar en IMC. Volar bajo reglas VFR implica evitar nubes, lluvia intensa o niebla, y hacerlo con suficiente anticipación.

Si entras accidentalmente en condiciones IMC sin formación adecuada o sin práctica reciente en vuelo por instrumentos, la desorientación es casi inevitable. Incluso si tienes habilitación instrumental, sin entrenamiento regular, tu capacidad de respuesta será mínima.

La habilitación instrumental, sin práctica constante, no es un seguro de vida: solo te da una oportunidad para salir del problema si reaccionas a tiempo.



Referencias

  1. European General Aviation Safety Team (EGAST). GA2 – Decision Making. Folleto para la promoción de la seguridad en aviación general. Versión original publicada por EGAST, componente del European Strategic Safety Initiative (ESSI). Septiembre de 2017.

  2. Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Traducción y adaptación al español del documento original de EGAST. Disponible en: https://www.easa.europa.eu/easa-and-you/safety-management/safety-promotion

  3. CAA UK – Civil Aviation Authority. Publicaciones sobre el uso seguro del GPS, toma de decisiones del piloto y factores humanos. Consultado como referencia técnica en el contenido del manual.

  4. Estudios de seguridad operacional (Reino Unido y Unión Europea). Análisis de accidentes CFIT, pérdida de control en VMC/IMC, y patrones de comportamiento en pilotos según edad y experiencia.

 
 
 

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